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Reconstrucción

Escucho hablar a los políticos, a los gurús, a los expertos y opinadores oficiales y acreditados en las redes y los medios de la reconstrucción para la era post COVID19, como si hubiéramos asistido al fin del mundo y hubiera que salir de las cavernas para caminar entre lava todavía ardiendo. Le pongo buena fe, lo prometo; pero sigo sin ser capaz de ver el apocalipsis.

El Plan Marshall del que todos hablan fue llamado el Plan de Recuperación de Europa. Ni siquiera entonces se utilizó la palabra RECONSTRUCCIÓN. Y estamos hablando de un plan que consistía en ayudas económicas para, entonces sí, reconstruir Europa de la devastación de la guerra.

Köln (Alemania)

Koln destrozada por la IIGM.

 

Habían muerto 60 millones de personas en la II Guerra Mundial y los países habían quedado devastados. Ora un bando, ora el otro, la contienda había dejado un panorama desolador. En ese contexto, Estados Unidos propuso su Plan Marshall para ayudar a la reconstrucción de Europa y frenar el avance del comunismo.

 

Viipuri (Finlandia)

La ciudad de Viipuri (Finlandia) devastada. IIGM.

 

Rotterdam (Holanda)

Rotterdam

 

Dejando a un lado el hecho de que el Plan fue ampliamente criticado desde su implementación por unos y otros sectores ideológicos por diversas razones, es curioso observar que lo que hoy se propone como un Plan Marshall se parezca mucho más al primigenio Plan Morgenthau, que incluso entonces fue descartado. El Plan Morgenthau consistía básicamente en obtener los recursos de Alemania. Este plan hubo de descartarse por múltiples razones, de la cual la principal no fue de orden moral, sino pragmática: Alemania había sido el gran motor industrial de Europa desde mucho antes de la IIGM. Ralentizar su recuperación, dificultaba severamente la recuperación del resto de Europa.

En un orden moral de las cosas, entonces hubiera tenido un sentido el Plan Morgenthau: Alemania había sido la culpable de la guerra, Alemania debía pagar la reconstrucción. Y sin embargo, ni siquiera entonces se aplicó. Hoy, en cambio, el sur de Europa mira al norte para exigirle fondos para la reconstrucción del sur tras el paso del COVID19. Curioso. Más aún si tenemos en cuenta la gigantesca deuda contraída por los países del sur con Alemania (aún sin pagar) y que la gestión de la crisis sanitaria ha sido responsabilidad de cada gobierno. Nadie puede culpar a Alemania ni al norte europeo de haber puesto un solo palo en la rueda de ningún gobierno a la hora de gestionar esta crisis. En todo caso, los ciudadanos valoraremos hasta qué punto han sido acertadas las gestiones de nuestros respectivos gobiernos para luchar contra la extensión y los efectos de la pandemia.

Lo cierto es que la CRISIS DEL CORONAVIRUS ha dejado, está dejando, millares de muertos a su paso. Y en algunos países, como es el caso de España, ha colapsado la economía. Por supuesto, hace falta un plan de choque para reactivar la economía, un plan para ayudar a cualquiera que esté o pueda (podamos) acabar estando en una situación más frágil o vulnerable. Pero reconstruir, ¿qué se ha destruido que se haya de reconstruir? Se han perdido millares de vidas, cierto – y es una tragedia humana -, pero esas vidas ya se han perdido y no se pueden recuperar. ¿Qué hay que reconstruir?

Es cierto que mientras no se disponga de una cura o una vacuna (Reino Unido y Alemania ya están ensayando vacunas) la economía – y nuestra forma de vida –  seguirá renqueando y no podrá llevar el ritmo que desaríamos; pero no puedo evitar una inquietud cuando oigo hablar de reconstrucción: ¡La reconstrucción del mundo tras la guerra contra el COVID19! Y no puedo evitar desconfiar de las ideas que subyacen en esa frase. ¿Qué guerra? Y ya puestos, ¿ya ha acabado? Algunos hablan ya del antes y el después, la gran revolución social tras el paso del COVID19. Que parecería, tal como lo presentan, que el COVID19 hubiera sido una brisa de aire fresco que hubiese entrado por la ventana de nuestros dormitorios despertándonos a un nuevo mundo.

Se producirán cambios, y hacen falta medidas de choque para nuestra economía que no dejen a nadie atrás en el camino. Pero no puedo evitar tener una sensación, en medio de toda esta tormenta, que me hace desconfiar de todos estos mensajes apocalípticos. Igual me equivoco, claro; pero, como digo, es una sensación. La sensación de que bajo toda esta palabrería tan grandilocuente de los grandes pactos, la reconstrucción y demás, algunos (o muchos) están usando el COVID19 como la excusa, la coartada perfecta para vendernos su moto particular.

***

Foto de portada: Dresde (Alemania).

 

Publicado en Personal

Un comentario

  1. SARA25 SARA25

    Brutal preclaridad.

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